La aventura de las rebajas

Es la primera vez en mi vida consumista que estando a 14 de enero no he ido aún a las rebajas. Lo habitual era escaparme el 7 de enero con mi madre a buscar chollos. Realmente nunca encontré tales chollos, así que puede que por eso (y otras razones que no vienen al caso) este año aún no haya ido Y también porque ya fui a las rebajas online hace un par de semanas. Estoy planteándome escaparme en un ratito, pero estoy concienciándome para no acabar cayendo en los absurdos de años anteriores.

Las rebajas no son lo que eran antaño y de ahí que si quiero/necesito algo lo compro en temporada, no espero a rebajas. La última vez que lo hice fue hace ocho años y casi no encuentro abrigo (era cuando se llevaban tanto los blancos inmaculados) para una boda y sufrí todos los males y me compré uno que no me daba más.

Desde entonces las rebajas son, prácticamente, para caprichos. Si veo algo de ropa que me gusta y está bien de precio lo compro. Si veo algo de nueva colección que me gusta y está bien de precio lo compro después de haberme cabreado con la tienda en cuestión por sacar cosas nuevas. Sin embargo soy humana y he caído en traerme a casa cosas que no he usado en la vida por la única razón de que eran baratas o a mi madre le gustaban (en mi caso el acompañamiento materno es un hundicap, lo reconozco).

Sin embargo es en estos tiempos cuando me suelo dejar llevar por mi adicción particular. Ir a Inditex y rebuscar entre los zapatos para traerte auténticas preciosidades por 9,99 euros es un auténtico placer (sobre todo la primera vez que lo haces). Lo mismo ocurre con los bolsos (esa sí que es mi debilidad) y con accesorios en general.

Y dado que este mes la economía no está muy boyante será lo que haré. Me introduciré en el mundo de Amancio y cía, desafiaré a adolescentes esqueléticas y a ver qué me traigo. Espero que algo interesante, porque anoche le eché el ojo a varios zapatos (unas veinte bailarinas) en las webs y ahora lo complicado será dar con ellas.

Desearme suerte..